El INTI está proyectando una planta piloto de conversión de residuos sólidos urbanos en energía eléctrica en una localidad argentina de menos 50 mil habitantes. Detalles de un plan para atacar un problema ambiental cotidiano y acuciante.
La basura que diariamente generan las ciudades –llamada técnicamente Residuos Sólidos Urbanos o RSU-, aunque se entierre, termina generando gas metano. Y, si no se lo aprovecha, éste asciende a la atmósfera donde se transforma en anhídrido carbónico o CO2, el ya tristemente célebre causante del calentamiento global. Por eso, desde el INTI se está armando un proyecto piloto de valorización energética de Residuos Sólidos Urbanos –o sea convertir los desechos en energía útil- en una localidad que se está por determinar. “Aunque ya existen algunas experiencias, la Argentina debió haber empezado a trabajar en estos temas hace dos décadas por lo menos -analiza el ingeniero Alberto Anesini, responsable del Programa de Industria de Servicios y Ambiente del INTI-. No podemos negar el pasado, pero pongámonos la mochila y vayamos para adelante”.
El ingeniero Anesini coloca el tema en el contexto argentino: “Según el Censo 2001, el 31% de la población de nuestro país vive en ciudades de entre 50.000 y 2.000 habitantes con problemas de residuos sólidos urbanos”. “Se trata de buscar una solución modelo para que después puedan aplicar estas poblaciones –detalla Anesini- que, en general, hoy tienen basurales a cielo abierto y no implementaron tratamientos alternativos para los desechos o éstos no les funcionan. “Nuestras investigaciones de mayo pasado en Alemania, España y Holanda nos fueron dando algunas pistas sobre el camino a seguir. La solución debe ser integral, no sirve resolver partes”, opina.
El especialista cuenta que entre los métodos de tratamiento de RSU más frecuentes están el de relleno sanitario -que se aplica en Buenos Aires desde los años 80-, la incineración, el reciclado, el compostaje y la metanización. Y puntualiza que, en la mayoría de los países, las plantas de incineración de basura funcionan con un mínimo de entre 100 y 120 toneladas por día –es decir, lo generado por ciudades de al menos 100.000 habitantes- pero que el INTI busca el camino para bajar ese requisito, “que pone la economía liberal por razones de retorno de la inversión o rentabilidad en la producción de energía”.
De todos los métodos posibles de valorización energética de Residuos Sólidos Urbanos, Anesini afirma que todo indica que los más adecuados son la incineración o la metanización con producción de energía eléctrica y reciclado de los residuos inorgánicos. “Esto transforma la basura en un producto comercializable en su totalidad como es la energía eléctrica, un abono orgánico para uso agrícola y productos de consumo a partir del reciclado”, explica.
Métodos
El funcionario del INTI ofrece algunos detalles sobre la incineración: “Se justifica cuando se aprovecha el calor que libera para producir electricidad”. Y explica que para asegurar que este proceso no emita contaminantes, “se utilizan avanzadas tecnologías de combustión controlada y depuración de gases. Además, las cenizas pueden ser utilizadas como componente del hormigón o como base de la construcción de caminos”. Con la incineración, el residuo que debe ir al relleno sanitario es menos del 10% del volumen inicial de los residuos.
Y en cuanto a la transformación de los residuos en gas metano, el titular del Programa de Industria de Servicios y Ambiente del INTI ilustra que se realiza en un biodigestor, “un equipo que permite la descomposición anaeróbica de la materia orgánica, como por ejemplo restos de cocina o aguas servidas de origen humano”. “Anaeróbica –detalla- significa ‘en ausencia de oxígeno’, que es el ambiente donde ciertas bacterias transforman los almidones y otros polisacáridos contenidos en esa materia orgánica -como el glucógeno o almidón animal, la hemicelulosa, presente en la envoltura de cereales-, en gases como el anhídrido carbónico, el metano, el ácido sulfhídrico, el hidrógeno y el nitrógeno”.
Una vez completada la fermentación, además del biogás en el equipo digestor se produce una borra líquida que contiene “poco más de un 1,5% de nitrógeno, entre 1 y 2 de fósforo y de 0,5% a 1% de potasio, que se convierte en un abono orgánico fácilmente asimilable por las plantas”, detalla el ingeniero Anesini. Con esta técnica, explica, “es fundamental el control del sustrato y de los gases de salida del biodigestor para optimizar su funcionamiento y aplicación”.
Más allá de los detalles técnicos, para el ingeniero Anesini el tratamiento adecuado de la basura “comienza por una decisión política regional, nacional o municipal que debe cumplirse y controlarse. El que más contamina, más debe pagar”. Y no obvia los puntos salientes: “Siempre se requiere un relleno sanitario, cuyo tamaño dependerá del sistema de tratamiento aplicado. Aparte, el rendimiento térmico de las plantas de incineración de RSU está entre 21 y 33%, y por eso existen tamaños mínimos ‘rentables’”. En ese sentido, agrega que las “centrales que además de electricidad generan calor para calefacción o industrias son las de mayor aprovechamiento térmico”. Y cierra con una definición fuerte: “el objetivo del INTI es iniciar fuertes acciones de difusión y concientización tecnológica sobre el tema de la valorización energética de los RSU. Es hora de abandonar definitivamente la actitud ‘de esto no se habla’ en nuestra comunidad”.
INTI
El ingeniero Anesini coloca el tema en el contexto argentino: “Según el Censo 2001, el 31% de la población de nuestro país vive en ciudades de entre 50.000 y 2.000 habitantes con problemas de residuos sólidos urbanos”. “Se trata de buscar una solución modelo para que después puedan aplicar estas poblaciones –detalla Anesini- que, en general, hoy tienen basurales a cielo abierto y no implementaron tratamientos alternativos para los desechos o éstos no les funcionan. “Nuestras investigaciones de mayo pasado en Alemania, España y Holanda nos fueron dando algunas pistas sobre el camino a seguir. La solución debe ser integral, no sirve resolver partes”, opina.
El especialista cuenta que entre los métodos de tratamiento de RSU más frecuentes están el de relleno sanitario -que se aplica en Buenos Aires desde los años 80-, la incineración, el reciclado, el compostaje y la metanización. Y puntualiza que, en la mayoría de los países, las plantas de incineración de basura funcionan con un mínimo de entre 100 y 120 toneladas por día –es decir, lo generado por ciudades de al menos 100.000 habitantes- pero que el INTI busca el camino para bajar ese requisito, “que pone la economía liberal por razones de retorno de la inversión o rentabilidad en la producción de energía”.
De todos los métodos posibles de valorización energética de Residuos Sólidos Urbanos, Anesini afirma que todo indica que los más adecuados son la incineración o la metanización con producción de energía eléctrica y reciclado de los residuos inorgánicos. “Esto transforma la basura en un producto comercializable en su totalidad como es la energía eléctrica, un abono orgánico para uso agrícola y productos de consumo a partir del reciclado”, explica.
Métodos
El funcionario del INTI ofrece algunos detalles sobre la incineración: “Se justifica cuando se aprovecha el calor que libera para producir electricidad”. Y explica que para asegurar que este proceso no emita contaminantes, “se utilizan avanzadas tecnologías de combustión controlada y depuración de gases. Además, las cenizas pueden ser utilizadas como componente del hormigón o como base de la construcción de caminos”. Con la incineración, el residuo que debe ir al relleno sanitario es menos del 10% del volumen inicial de los residuos.
Y en cuanto a la transformación de los residuos en gas metano, el titular del Programa de Industria de Servicios y Ambiente del INTI ilustra que se realiza en un biodigestor, “un equipo que permite la descomposición anaeróbica de la materia orgánica, como por ejemplo restos de cocina o aguas servidas de origen humano”. “Anaeróbica –detalla- significa ‘en ausencia de oxígeno’, que es el ambiente donde ciertas bacterias transforman los almidones y otros polisacáridos contenidos en esa materia orgánica -como el glucógeno o almidón animal, la hemicelulosa, presente en la envoltura de cereales-, en gases como el anhídrido carbónico, el metano, el ácido sulfhídrico, el hidrógeno y el nitrógeno”.
Una vez completada la fermentación, además del biogás en el equipo digestor se produce una borra líquida que contiene “poco más de un 1,5% de nitrógeno, entre 1 y 2 de fósforo y de 0,5% a 1% de potasio, que se convierte en un abono orgánico fácilmente asimilable por las plantas”, detalla el ingeniero Anesini. Con esta técnica, explica, “es fundamental el control del sustrato y de los gases de salida del biodigestor para optimizar su funcionamiento y aplicación”.
Más allá de los detalles técnicos, para el ingeniero Anesini el tratamiento adecuado de la basura “comienza por una decisión política regional, nacional o municipal que debe cumplirse y controlarse. El que más contamina, más debe pagar”. Y no obvia los puntos salientes: “Siempre se requiere un relleno sanitario, cuyo tamaño dependerá del sistema de tratamiento aplicado. Aparte, el rendimiento térmico de las plantas de incineración de RSU está entre 21 y 33%, y por eso existen tamaños mínimos ‘rentables’”. En ese sentido, agrega que las “centrales que además de electricidad generan calor para calefacción o industrias son las de mayor aprovechamiento térmico”. Y cierra con una definición fuerte: “el objetivo del INTI es iniciar fuertes acciones de difusión y concientización tecnológica sobre el tema de la valorización energética de los RSU. Es hora de abandonar definitivamente la actitud ‘de esto no se habla’ en nuestra comunidad”.
INTI
1 comentario:
es algo k a todos no deberia interesar
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