14/10/10

Agua potable y reducción de la pobreza

El agua es única entre nuestros recursos naturales, porque, aunque es renovable, no es reemplazable. Disponemos de diversos sustitutos de las fuentes de energía y de la mayoría de los productos básicos, pero no los hay para el agua.
Cuando se pierde o se degrada por la sobreutilización o la contaminación, no puede reemplazarse.


El agua que se puede beber sin riesgo de perjuicio inmediato o a largo plazo es fundamental para el bienestar del hombre. Sin alimentos podemos sobrevivir semanas. Pero sin agua, podemos morir de deshidratación en tan sólo un par de días. El agua escasea a menudo. Aunque aproximadamente el 66% de la superficie de la Tierra está cubierta por agua, la mayor parte es agua salada y por tanto, no apta para beber. Menos del 2,5% de toda el agua de la Tierra es agua dulce, y sólo se dispone de una pequeña parte de ella para la multitud de utilizaciones del hombre - la mayor parte está atrapada en los casquetes polares helados. Esta parte del agua utilizable está también distribuida de forma muy dispar. Aproximadamente 2800 millones de personas, más del 40% de la población del mundo, sufren algún tipo de escasez de agua. Se preveé que la escasez, medida en términos del agua disponible per cápita, se agrave allá donde la población continúa creciendo de forma significativa - en el África subsahariana, en el sur de Asia y en partes de América del Sur y del Medio Oriente. No obstante, la disponibilidad es sólo una parte del problema. El acceso al agua potable es una cuestión constante a nivel mundial, especialmente para los desfavorecidos. El acceso al agua depende de una serie de factores complejos, incluyendo la disponibilidad de agua en el ámbito local, su calidad y los aspectos económicos de su obtención. Unos 1600 millones de personas tienen acceso limitado al agua, aún cuando ésta se encuentre disponible a nivel local. Por ejemplo, muchas comunidades pobres de los desiertos pueden tener que desplazarse largas distancias para obtener agua en la superficie, porque no pueden permitirse perforar pozos para llegar al agua subterránea que corre bajo sus pies. El acceso limitado al agua no sólo es una cuestión de morir de sed - también intervienen profundas repercusiones socioeconómicas. En los medios rurales de Asia y África, las mujeres y las muchachas, que generalmente se encargan de recoger el agua, puede tener que andar un promedio de tres horas diarias a fin de cargar el agua suficiente para sus familias, con lo que les queda poco tiempo para las tareas del hogar, la obtención de ingresos o la escuela. Incluso en las zonas dotadas de agua, si la existente a nivel local está contaminada y no hay alternativas económicamente viables, el acceso es de hecho imposible. Más de 1000 millones de personas en el mundo carecen de acceso a un agua sana. Aproximadamente 2 millones de personas mueren cada año de diarreas debidas a enfermedades causadas por aguas infectadas, de las que el 70% aproximadamente (1,4 millones) son niños (Programa Mundial de Evaluación de los Recursos Hídricos, WWAP, 2009). Además, hasta el 50% de los casos de malnutrición se debe a diarreas recurrentes o a infecciones intestinales resultantes de de la ingesta de aguas impuras, de unos sistemas sanitarios inadecuados o de una higiene deficiente. Incluso la malaria está relacionada con la mala gestión del agua - cuando el agua escasea, se remansa en masas estancas poco profundas que son el caldo de cultivo necesario para la alimentación de los mosquitos que propagan esta enfermedad mortal. La exposición a estos riesgos sanitarios y medioambientales durante la primera infancia se manifiesta en fallos permanentes del crecimiento, disminución de la inmunidad y aumento de la mortalidad. El agua en malas condiciones, la deficiencia de los sistemas sanitarios y de higiene, así como la gestión inadecuada de los recursos hídricos son los causantes de la mitad de los factores desencadenantes de la malnutrición de la infancia y materna, y como consecuencia de ello, de los fallos del crecimiento (Banco Mundial, 2008). La causa principal de la contaminación del agua potable en gran parte del mundo es la gestión deficiente de los residuos humanos. Los sistemas de saneamiento inadecuados ponen en peligro la salud de casi un cuarto de la población del mundo en desarrollo. Las tendencias actuales indican que la meta de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de reducir a la mitad, entre 1990 y 2015, la proporción de personas que no cuentan con saneamientos adecuados, no se cumplirá. Aún así, los humanos sólo necesitamos entre 2 y 3 litros de agua potable al día, lo cual no significa una presión significativa sobre el medioambiente, aun cuando a ello haya que añadir otras cantidades para utilización de los hogares (las cuales varían considerablemente entre decenas de litros y más de varios miles de litros al día, dependiendo de las circunstancias económicas). La agricultura, la industria y la energía son los mayores consumidores de agua - la fabricación de una simple hamburguesa puede llevar más de 10.000 litros de agua; entre 1000 y 4000 litros lleva obtener un litro de combustible biológico y 230.000 litros para obtener una tonelada de acero. La agricultura por sí sola comporta el 70% de la utilización del agua de todo el mundo. Cabe esperar que estos volúmenes, y la presión que representan sobre los recursos hídricos, aumenten en los próximos años, especialmente teniendo en cuenta que el cambio climático está presente en el horizonte. Hay pocas zonas del planeta que no se vean enfrentadas a problemas urgentes de disponibilidad o de gestión del agua. El agua no constituye únicamente un problema al que hace frente el mundo en desarrollo - las comunidades más pobres encaran los desafíos más acuciantes y cuentan con una capacidad muy limitada de actuación.


Mi aporte al Blog Action Day 2010

Convenio sobre la Diversidad Biólogica

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